Sherlock no estaba a su lado. No
era para preocuparse, pero decidió buscarle. Y lo encontró en el baño,
mirándose muy de cerca en el espejo.
- Sherlock, vuelve a la cama - le
dijo envolviéndole la cintura. Ahora ambos se miraban en el espejo.
- Me hago viejo, John - dijo
Sherlock en un melancólico hilo de voz.- Y no puedo darte el hijo que tanto
quieres.
Los ojos de Sherlock se rindiendo
a las lágrimas, que buscaron consuelo en el hombro de John. Su corazón se
desgarró. Ver a su amigo, su novio, su vida, destrozado de aquella manera, le
partía el alma.
- Vamos a la cama, Sherlock -
dijo de nuevo, sonando casi como una súplica.
Sherlock no tenía fuerzas para
nada, y menos para contradecir a John. Y volvieron juntos a su dormitorio.
Ya en la cama, John abrazó a
Sherlock contra él con todas sus fuerzas, tratando de absorber su pena, aunque
él tuviera la suya propia.
- Encontrarás una solución,
Sherlock. Siempre lo haces - dijo dándole un beso en sus densos rizos.
Pasaron los minutos y se fueron
quedando dormidos. Tal era su sueño que en el reloj sonaron las doce del
mediodía cuando John abrió los ojos, un poco sobresaltado.
- Sherlock. Sherlock, despierta -
dijo casi entre susurros acariciándole la mejilla con suavidad.
- ¿Se está quemando la casa? - farfulló
aún muy dormido.
- ¿Y si tienes un hijo con mi
hermana? - preguntó John con un tono de voz esperanzado.
- No voy a acostarme con tu
hermana, John. Yo soy gay, ella lesbiana, yo te quiero a ti, y no me da la gana
- respondió Sherlock con los ojos aún cerrados.
- Sherlock, despierta, que no me
estás entendiendo - pidió John volviendo a acariciarle la mejilla.- No tienes
que acostarte con ella, sólo darle tu semen. El niño se parecerá a los dos,
porque es mi hermana. Aunque eso es una tontería, da igual a quién se parezca,
lo vamos a querer igual. Además, Harry hace mucho que no bebe, así que todo
está bien. Bueno, falta preguntárselo, pero seguro que dice que sí. O bueno, tú
puedes convencerla. Seguro que puedes... ¿Qué contestas?
- Una idea grandiosa. No me
equivoqué cuando dije que eras el mejor conductor de luz - contestó Sherlock
abriendo mucho los ojos. Puedes empezar con todas las gestiones. Sólo una cosa.
La cara jubilosa de John se tornó
dubitativa.
- ¡Déjame dormir! - dijo Sherlock
cerrando los ojos de nuevo y girándose, dándole la espalda a John. Pero John no
se enfadó. Le dio un beso en el hombro y se durmió en un abrazo. Sabía que
Sherlock estaba encantado con el plan. Sólo necesitaba dormir.
- Te quiero John - dijo Sherlock
en sueños.
- No tanto como yo - dijo John
aún un poco despierto.
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