Traducción autorizada de Insomnia de Damagoed.
Cuando
Sherlock se sentó en Angelo’s esa primera noche y le dijo a John que él no
estaba interesado en Las Mujeres, en Los Hombres, en Variaciones de los Mismos,
en Cualquier Cosa, en John, había sido la absoluta verdad. Realmente no lo estaba.
Eso no quería decir que todavía fuera el caso. Pero Sherlock no tenía
absolutamente ni idea de cómo hacer para decirle a John que había cambiado de
opinión. Bueno, no cambiado. Desarrollado.
Esta vez
estaba tumbado en el sofá. 04 a.m. Su cerebro produciendo ecuaciones,
esperando, deseando el momento en que su cabeza se apague y poder dejar de
pensar. Ese dulce momento cuando el equipo Holmes finalmente se apaga y puede
dormir un poco.
Sherlock nunca
soñaba. Tal vez si lo hubiera hecho, habría considerado el sueño como algo más
que un molesto subproducto de la necesidad de su cuerpo para funcionar. Incluso
podría haber soñado con John Watson. Pero en este momento no había más
incentivos que el cansancio para dormir.
John tuvo otra
pesadilla. Tan mala que esta vez al despertar no podía determinar dónde comenzaba
la realidad y terminaba el sueño. No pudo determinar exactamente si realmente
estaba tirado en un charco de rápido crecimiento de su propia sangre y vísceras,
o si estaba acostado en las sábanas empapadas con su propio sudor y orina. No era
la primera vez que pensaba en cómo despertaría si le pasara con Sarah. ¿Lo
entendería? ¿Estaría de acuerdo con la revelación de que el tranquilo, duro,
controlado John Watson era en realidad un pequeño niño asustado que sólo quería
que alguien le dijera que todo iba a estar mejor e inspeccionar debajo de su
cama por los monstruos? Probablemente no.
Sherlock se
hizo el dormido. Sabía por la forma en que John caminaba de puntillas por la
escalera y en la ducha lo que había sucedido. El modo en que John se había
deslizado a través de la sala de estar a la cocina y puso algo en la lavadora.
Pero ésta era una de esas ocasiones, al igual que el momento en que se dio
cuenta que John había matado al taxista atravesándole el corazón, en las que
Sherlock decide mantener sus pensamientos para sí mismo.
Oyó que John iba
de puntillas por las escaleras cuando hubo una pausa. Al cabo de un momento,
Sherlock se sintió suavemente cubierto con una manta. Y los pasos se alejaron,
ligeramente desiguales – la pierna de John siempre le molestaba cuando soñaba.
Y Sherlock
volvió a quedarse solo a excepción de una manta que olía ligeramente a la
loción de después del afeitado de John Watson. Esperando dormir.
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