sábado, 8 de septiembre de 2012

Insomnio Cap. 5

Cap. V La manta

Traducción autorizada de Insomnia de Damagoed.

Cuando Sherlock se sentó en Angelo’s esa primera noche y le dijo a John que él no estaba interesado en Las Mujeres, en Los Hombres, en Variaciones de los Mismos, en Cualquier Cosa, en John, había sido la absoluta verdad. Realmente no lo estaba. Eso no quería decir que todavía fuera el caso. Pero Sherlock no tenía absolutamente ni idea de cómo hacer para decirle a John que había cambiado de opinión. Bueno, no cambiado. Desarrollado.

Esta vez estaba tumbado en el sofá. 04 a.m. Su cerebro produciendo ecuaciones, esperando, deseando el momento en que su cabeza se apague y poder dejar de pensar. Ese dulce momento cuando el equipo Holmes finalmente se apaga y puede dormir un poco.

Sherlock nunca soñaba. Tal vez si lo hubiera hecho, habría considerado el sueño como algo más que un molesto subproducto de la necesidad de su cuerpo para funcionar. Incluso podría haber soñado con John Watson. Pero en este momento no había más incentivos que el cansancio para dormir.

John tuvo otra pesadilla. Tan mala que esta vez al despertar no podía determinar dónde comenzaba la realidad y terminaba el sueño. No pudo determinar exactamente si realmente estaba tirado en un charco de rápido crecimiento de su propia sangre y vísceras, o si estaba acostado en las sábanas empapadas con su propio sudor y orina. No era la primera vez que pensaba en cómo despertaría si le pasara con Sarah. ¿Lo entendería? ¿Estaría de acuerdo con la revelación de que el tranquilo, duro, controlado John Watson era en realidad un pequeño niño asustado que sólo quería que alguien le dijera que todo iba a estar mejor e inspeccionar debajo de su cama por los monstruos? Probablemente no.

Sherlock se hizo el dormido. Sabía por la forma en que John caminaba de puntillas por la escalera y en la ducha lo que había sucedido. El modo en que John se había deslizado a través de la sala de estar a la cocina y puso algo en la lavadora. Pero ésta era una de esas ocasiones, al igual que el momento en que se dio cuenta que John había matado al taxista atravesándole el corazón, en las que Sherlock decide mantener sus pensamientos para sí mismo.

Oyó que John iba de puntillas por las escaleras cuando hubo una pausa. Al cabo de un momento, Sherlock se sintió suavemente cubierto con una manta. Y los pasos se alejaron, ligeramente desiguales – la pierna de John siempre le molestaba cuando soñaba.

Y Sherlock volvió a quedarse solo a excepción de una manta que olía ligeramente a la loción de después del afeitado de John Watson. Esperando dormir.

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