sábado, 8 de septiembre de 2012

Olaza de calor Cap. 7

Cap. VII No nos dejan ni aburrirnos
_____________________________________________________________________________
Finalmente, Sherlock consiguió sacar un enorme, no grande, enorme ventilador del interior de la caja.

- ¿No había otro más grande? - dijo John abriendo los ojos, asombrado por el tamaño del trasto.
- No, éste era el más grande. Por qué, ¿es pequeño? – respondió Sherlock inocentemente, montando el armatoste muy cerca de la cama, encendiéndolo y sentándose delante de él abriendo la boca.
- No hagas eso. Te vas a enfermar de la garganta, y luego me toca cuidarte a mí - dijo John enfurruñado.
- ¡Sabes que sin mí te aburrirías! - contestó Sherlock volviendo a abrir la boca frente al ventilador, hasta que un golpe de tos le obligó a retirarse.
- Te lo advertí. Se acabó el ventilador - gruñó John en tono paternal, apagándolo con brusquedad.
Sherlock se dejó caer en la cama con desgana.
- ¡John, mira!
- Mmm...
John, que se había tumbado de nuevo intentando dormir, se giró hacia su compañero.
- Periscopio arriba, periscopio abajo, periscopio arriba...- decía Sherlock moviendo su pene arriba y abajo.
- ¡Oh, sí que estás aburrido! - bufó John sacudiendo la cabeza.- ¿Pero qué haces? - dijo con un respingón.
Sherlock había pasado de jugar con su miembro a jugar con el de John, que cada vez se ponía más duro y rojo por la presión que la mano del moreno ejercía desde la boca del estómago hasta la punta del prepucio.
- ¡Oh, Sherlock! - bramó el rubio.
Sherlock lo tomó como un sigue y no pares, y aumentó la velocidad de su brazo, mientras se acercaba más a John, quién ahora podía sentir la erección del más alto contra su pierna, junto con sus labios perfectos recorriendo su hombro, dejando unas leves marcas rojas hasta uno de sus pezones, que atrapó de un chupetón, haciendo que el ex-militar le cogiera por las nalgas y lo colocara justo encima de él, provocándole un escalofrío al roce de sus cuerpos.
Sherlock no pudo evitar un gemido de placer que ni se molestó en amortiguar, atacando la clavícula de John como si no hubiera un mañana, pero con cuidado de no dañarle. Luego su cuello, su mandíbula, su boca...

- ¡Aaahhh! - Sherlock lanzó un grito de dolor.
- ¿Qué pasa? ¿Qué te ocurre? - preguntó John preocupado sin atreverse a moverse.
- La pierna, la pierna... - era lo único que el moreno acertada a decir.
John miró las dos piernas de Sherlock, y vio claramente que algo pasaba en una de ellas.
- Túmbate, ven, con cuidado... - decía John, ayudándole a ponerse boca arriba para poder actuar. Sherlock parecía colaborador… pero no se callaba. Todo no se podía tener… John se giró hasta la mesita de noche, abrió el primer cajón y sacó una cajita alargada.
- ¡Me dueleeee! - siguió gimiendo Sherlock. - ¡Au! ¡Qué es eso! ¡Está frío! – Ya no gritaba… pero preguntaba y preguntaba. Eso era buena señal. Se encontraba como siempre. 

- Es una crema antinflamatoria. Se te ha montado el músculo. No es nada, se te pasará en un rato. Esto te aliviará – le explicó con una pequeña sonrisa mientras se la aplicaba en el muslo con un suave masaje, al ver que el más alto había dejado de quejarse... por fin.
Cuando acabó, John se lavó las manos con un jabón de alcohol que tenía en el mismo cajón.
- ¿Tienes un hospital ahí dentro? - preguntó Sherlock medio adormilado de nuevo. Todavía no había conseguido dormir ni dos horas.
- Soy médico y te tengo como amigo, ¿tú qué crees? - respondió burlón, acomodándose a su lado. Y volvió a taparlos, intentando dormir algo, pero se quedó en intento… de nuevo.
- Pasa Mycroft, que te vas a quedar sin oreja de tanto usarla - dijo Sherlock tranquilamente. John se puso un poco nervioso, lo que no se arregló al ver entrar al hombre del paraguas.
- Hola, hermanito. Iba de camino a casa...
- Vives en el otro extremo de la ciudad - dijo Sherlock secamente.
- Bueno, sólo quería ver cómo os iba...- replicó con su sonrisa pícara.
John cada vez estaba más tenso, e intentó incorporarse, pero Sherlock le detuvo y no dudó en actuar. Sacó su móvil de alguna parte, tecleó a toda velocidad y volvió a guardarlo.
- Bueno, ya nos has visto, ahora cómprate un bosque y piérdete en él - siguió diciendo Sherlock, desafiante.
Mycroft se disponía a contestar cuando su móvil sonó.
- Claro. Te espero en Hyde Park a las 9:30 - GL
- ¿Quién es, Mycroft? - inquirió Sherlock con una risita maliciosa.
Mycroft le lanzó una mirada de riña infantil, levantándose y saliendo por la puerta, no sin antes despedirse de John con un educado hasta pronto y una leve inclinación de cabeza.
- ¿Qué me he perdido? - preguntó John aún fuera de lugar.
Sherlock le enseñó la pantalla de su móvil.
- Cariño, ¿quieres que desayunemos juntos? Dime hora y lugar - MH
John lo miró con cara de ¿en serio, Mycroft y Lestrade?
Sherlock simplemente elevó los hombros, lo que provocó en el mayor una risa incontrolada, que quiso amortiguar contra el omoplato de su compañero. Sherlock encontró este gesto tan adorable que no dudó en plasmar un beso sobre la frente de su amor. Porque ya no había duda. Eso era amor.

Acercó aún más a John hacia sí, en un acto de protección, y cerró los ojos. John se sentía tan a gusto en esa posición que el sueño pudo con él. La escena era merecedora de una foto, por su belleza... y por lo que pudiera durar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Kawaii Cute Kaoani Writing Poem