lunes, 20 de agosto de 2012

Insomnio Cap. 2

Cap. II Confort

Traducción autorizada de Insomnia de Damagoed.

Las agujas del reloj junto a la cama le dicen que es un poco más tarde de las tres de la mañana. Un lento tic-tic, una mecha encendida eternamente dolorosa antes de la explosión de la aurora.

Sherlock es incapaz de quedarse allí por más tiempo. Serían sólo un par de horas hasta que se levantara de todos modos, si se las arreglaba para dormir. No tiene sentido, el sueño no vendrá. Por encima de él un leve crujido del techo le dice que John se ha girado en la cama. Girado rápidamente. John está teniendo una pesadilla. Se gira de nuevo, en el otro sentido. Sherlock sabe que estará cubierto de una capa de sudor y en los rincones más profundos de su sueño su hombro estará sangrando y hecho añicos. John sentirá dolor y miedo en su sueño. Él probará su propia sangre y la muerte mientras se vuelve una y otra vez.

Sherlock se levanta. Deseando saber cómo detener la pesadilla de John. Se pregunta si entrar en la habitación de John ahora y sostenerlo con fuerza y ​​mostrarle que era sólo un sueño, si eso ayudaría, o si sólo empeoraría las cosas. Hace té. Se sienta en el sofá y da unos sorbos.

El reloj de la cocina lleva aquel ritmo fúnebre del dormitorio de Sherlock. Sólo han pasado tres minutos. Cuatro minutos. Cinco Minutos. El mundo exterior está todavía iluminado por las farolas y las estrellas, los cielos retoman la labor de las bombillas de sodio cuando terminan. El universo es infinito y en realidad no importa lo que gira en torno a qué. Todo lo que Sherlock quiere hacer es parar el planeta y bajar.

La puerta se abre. John camina en silencio por la sala de estar, sosteniendo su manta en la mano, los ojos rojos de las lágrimas que ha llorado en su sueño. Se ve muy pequeño y perdido.

"No puedo dormir". Eso es una mentira. Él puede dormir, pero no sin los horrores en su cabeza.

"Yo tampoco" Esa es otra mentira. Sherlock puede dormir pero no quiere.

Se sientan uno junto al otro en el sofá. Las agujas del reloj se mueven, más suavemente ahora. Pasan otros diez minutos antes de que Sherlock note el sólido, cálido peso contra su hombro. John está dormido, su respiración suave y constante. Sherlock levanta su brazo y tira de John un poco más, el hombre más pequeño se hunde en él. Lentamente Sherlock siente sus propios ojos cerrándose. Y en algún lugar en el fondo sabe que ésta es una de esas cosas que John va a pensar que está bien.

Y así duermen.

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