Traducción autorizada de Insomnia de Damagoed.
Las agujas del
reloj junto a la cama le dicen que es un poco más tarde de las tres de la
mañana. Un lento tic-tic, una mecha encendida eternamente dolorosa antes de la
explosión de la aurora.
Sherlock es
incapaz de quedarse allí por más tiempo. Serían sólo un par de horas hasta que
se levantara de todos modos, si se las arreglaba para dormir. No tiene sentido,
el sueño no vendrá. Por encima de él un leve crujido del techo le dice que John
se ha girado en la cama. Girado rápidamente. John está teniendo una pesadilla.
Se gira de nuevo, en el otro sentido. Sherlock sabe que estará cubierto de una
capa de sudor y en los rincones más profundos de su sueño su hombro estará
sangrando y hecho añicos. John sentirá dolor y miedo en su sueño. Él probará su
propia sangre y la muerte mientras se vuelve una y otra vez.
Sherlock se
levanta. Deseando saber cómo detener la pesadilla de John. Se pregunta si entrar
en la habitación de John ahora y sostenerlo con fuerza y mostrarle que era
sólo un sueño, si eso ayudaría, o si sólo empeoraría las cosas. Hace té. Se
sienta en el sofá y da unos sorbos.
El reloj de la
cocina lleva aquel ritmo fúnebre del dormitorio de Sherlock. Sólo han pasado
tres minutos. Cuatro minutos. Cinco Minutos. El mundo exterior está todavía
iluminado por las farolas y las estrellas, los cielos retoman la labor de las
bombillas de sodio cuando terminan. El universo es infinito y en realidad no
importa lo que gira en torno a qué. Todo lo que Sherlock quiere hacer es parar el
planeta y bajar.
La puerta se
abre. John camina en silencio por la sala de estar, sosteniendo su manta en la
mano, los ojos rojos de las lágrimas que ha llorado en su sueño. Se ve muy
pequeño y perdido.
"No puedo
dormir". Eso es una mentira. Él puede dormir, pero no sin los horrores en su
cabeza.
"Yo
tampoco" Esa es otra mentira. Sherlock puede dormir pero no quiere.
Se sientan uno
junto al otro en el sofá. Las agujas del reloj se mueven, más suavemente ahora.
Pasan otros diez minutos antes de que Sherlock note el sólido, cálido peso
contra su hombro. John está dormido, su respiración suave y constante. Sherlock
levanta su brazo y tira de John un poco más, el hombre más pequeño se hunde en
él. Lentamente Sherlock siente sus propios ojos cerrándose. Y en algún lugar en
el fondo sabe que ésta es una de esas cosas que John va a pensar que está bien.
Y así duermen.
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