- ¿Qué pasa? ¿No es lo que
querías? - preguntó John desconcertado.
- Esto ha ido demasiado lejos. Se
nos ha ido de las manos - dijo Sherlock enfatizando con los brazos, con un
semblante propio de un caso.
- No, Sherlock. No te confundas.
Es a ti al que se le ha ido de las manos – dijo muy enfadado.
El moreno se le quedó mirando con
cara de asombro, cara que no tardó en disimular.
- Sé de sobra que me
infravaloras, no, déjame terminar - dijo alzando la mano ante la apertura de
boca del menor, que la volvió a cerrar.
- Sé de sobra que me
infravaloras, pero tanto... era evidente lo que pasaba por tu mente en cada
chupito, incluso antes de proponer siquiera el juego.
Sherlock estaba empezando a
ponerse nervioso. No había previsto que John descubriera su plan. ¿Tan ciego
estaba por ese hombre que estaba afectando a su capacidad mental?
El plan inicial era sencillo: Emborrachar a John para poder
besarle.
¿Por qué emborracharle?
Para que le costara más negarse. John podía ser muy cabezota a veces.
Además, Sherlock había leído que
el alcohol desinhibía y dejaba aflorar los verdaderos sentimientos. Y eso era
precisamente lo que quería saber de John, sus sentimientos... hacia él. Y de
paso aclarar los suyos hacia John. Además, si sólo bebía John resultaba
sospechoso.
¿Por qué besar a John?
Porque un beso, según había seguido leyendo, era una representación de amor. O
la antesala del sexo. Pero a ese capitulo no había llegado todavía. Se había quedado
en el del desnudo, justo como se encontraban ambos ahora mismo.
- Sherlock, no tiene gracia. Me
has utilizado para tu placer personal, y yo he entrado al trapo porque...
porque... no lo sé - dijo John nervioso, terminando la frase en un hilo de voz.
Le temblaban un poco las manos, pero intentó ocultarlo poniéndolas sobre las
rodillas. En el fondo se parecían más de lo que creían.
Pero Sherlock no se estaba
riendo. Ni siquiera estaba presente mentalmente.
- No puedes estar más equivocado,
mi querido John - pensó, y se fue decidido a su habitación, para volver a los
pocos minutos con una colección de libros bajo el brazo, soltándolos sobre la
cama de golpe.
- ¿Qué es esto? - preguntó John
curioso, cogiendo a continuación uno al azar y leyendo el título en voz alta.
- La penetración. El gran paso.
Miró a Sherlock, que le miraba
con ojos dudosos.
- No puedo negar la evidencia. Y
es evidente que te amo. Según esa colección lo que siento se llama amor.
- ¿Dónde pone eso? - preguntó
John dándole la vuelta al libro que tenía entre manos.
- No, no es ése - dijo Sherlock
relajando el rostro. - Es aquí. Y leyó para ambos:
Pulso acelerado, manos temblorosas, pupilas dilatadas, boca seca,
distracción... Si presentas estos síntomas en presencia de una persona de forma
continuada, entonces estás enamorado.
John cerró el libro y los ojos al
mismo tiempo. Esa descripción del amor… tan exacta a lo que sentía... por
Sherlock.
- Sherlock - dijo aclarándose la
voz.- Esta definición...
- ¿Qué le pasa? No es incorrecta...
- dijo el moreno interrumpiéndole, algo que no soportaba.
- Sherlock, te quiero, pero si me
sigues interrumpiendo...- y se dio cuenta de que acababa de confesárselo.
- ¡Entonces ya está! ¡Todo
solucionado! - dijo Sherlock sonriendo.
John no pudo evitar reírse.
Sherlock hacía la vida tan divertida... a veces.
Llevó su mano a la cara de
Sherlock, radiante, y juntó sus labios en un tierno y dulce beso. Aunque
supieran a whisky, a él le sabían a gloria.
Sherlock esbozo una linda
sonrisa. Tenía las endorfinas por las nubes.
- Bueno - dijo John volviendo a
aclararse la garganta. - ¿Por dónde te has quedado? - preguntó a Sherlock
mirando de nuevo los libros.
- Empezando La penetración. El gran paso - dijo dándole el libro con avidez.
John se sonrojó ligeramente al
verlo de nuevo.
- ¿Qué te parece si repasamos lo
anterior? - dijo el mayor quitando los libros de la cama.- Creo que nos
habíamos quedado por aquí...- dijo tumbándose boca arriba en una insinuante
posición.
La sonrisa de Sherlock se agrandó
aún más, y se lanzó como un tigre al cuello de John.
- ¿Vas bien? - le susurró el
rubio al oído.
- Perfecto - le respondió entre
besos el moreno.
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