viernes, 27 de julio de 2012

¡España, allá vamos! Cap. 8 Final

Cap. VIII Como siempre pero mejor
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- ¿Cómo que nada? ¡La última vez que la apagué funcionaba! - siguió gritando John mientras se acercaba hasta sólo unos centímetros de Sherlock.
- ¿Ah… sí? ¡Cuidado, que quema! - dijo el más alto ofreciéndole una taza humeante.
- Gracias... ¡pero no cambies de tema! ¡Arregla la tele antes de que vuelva! - dijo elevando el tono de voz en un intento de presión hacia su compañero. Un vago intento...
- ¡Arregla la tele antes de que vuelva! - repitió Sherlock con tono burlón.
John, que se encontraba ya abriendo la puerta de la entrada, volvió medio cuerpo hasta poder ver a su compañero, quién rápidamente esquivó su mirada y borró todo rastro de burla.
John volvió a girarse para finalmente cruzar la puerta tras un portazo.
Sherlock bufó, dejándose caer sentado en el suelo con su taza ya fría.
La verdad era que había estado trasteando con la televisión esa misma mañana. Se había despertado pronto, John seguía durmiendo y estaba aburriéndose un poco. Pero no había salido bien. Definitivamente no.
- Ahora me va a tocar comprar otra - dijo en un hilo de voz, mirando hacia la puerta.
En otras circunstancias hubiera pasado olímpicamente, pero otras circunstancias serían no vivir con John, así que no era discutible.
Se levantó de mala gana, dejó la taza en el fregadero y cogió el primer taxi que vio hasta una tienda de electrodomésticos mínimamente decente.
Ya en la tienda…
- Y ésta tiene doscientos canales, TDT incorporado, dos euroconectores, HDMI...
- No… tampoco – volvió a decir el detective.
- Es la vigésimo - novena que le enseño. ¿Seguro que sabe lo que busca?
- Más que su jefe – dijo el moreno mirando otro modelo.
- Bueno, si quiere puede ver nuestro catálogo por Internet. Ésta es nuestra web – dijo el empleado enseñándole una tarjeta.
- La tengo muy vista - respondió secamente sin prestar atención.
- Pues nada, siga mirando… - dijo al fin, aliviado de poder alejarse.
- Sherlock, ¿dónde estás? - JW
- Comprando una televisión – SH
- ¿Comprando una televisión dónde? – JW
- En Argos* - SH
- ¿Y cómo va la compra? - JW
...
- Voy para allá. Espérame ahí - JW
- Y no formes ningún follón, por favor - JW
- Aquí te espero - SH
Una vez John entró en la tienda…
- ¿Dónde estará...? – John se puso de puntillas para poder verle entre tanta gente.
- Señor, si quiere puedo darle la dirección de otras tiendas...
- ¡Ahí está! - dijo John entre un suspiro y una sonrisa.
- No quiero la dirección de ninguna...
- Hola, ¿qué tal? Tranquilo, ya la buscamos nosotros... – dijo John al dependiente, llevándose a Sherlock a unos metros.
- ¿Cuánto llevas aquí? – preguntó el mayor con incertidumbre.
- No sé. ¿Qué hora es? – dijo Sherlock un poco aturdido.
- Las dos y media – respondió John mirando su reloj.
- Pues cinco horas – dijo el moreno tranquilamente.
- ¿Para comprar una tele? – volvió a preguntar John, con una expresión cada vez más sorpresiva.
- La elección debe ser certera – respondió Sherlock seriamente.
- Sherlock - le dijo John al oído.- Se va a volver a romper. Coge la primera que te guste y vámonos a almorzar, me muero de hambre.
John terminó la frase con un tono casi suplicante.
- A ver... – el menor se puso a mirar televisiones otra vez.
- ¡Vale, la elijo yo! ¡Ésta y a comer! - dijo rápidamente el mayor empujando suavemente a Sherlock hacia la caja registradora.
Ya en casa...
- ¿Qué te parece? – preguntó John una vez terminó de instalar la televisión. O la instalaba él o quién sabe cuándo podría verla funcionar.
- Buena elección. Estaba dentro de mis preferencias – respondió el moreno desde su horizontal posición en el sofá.
- Sí, sí... – dijo el mayor, distraído con el ticket de compra. - ¡Sherlock! – gritó de repente.
- ¡Qué pasa! – se sobresaltó su compañero, abriendo los ojos más de la cuenta, pero sin moverse de su posición.
- ¡Nos ha tocado! ¡Nos ha tocado! – gritaba John por toda la habitación.
- ¿El qué? – preguntó Sherlock, aunque realmente no le interesaba demasiado.
- ¡Otro viaje! – respondió el rubio con gran emoción.
- ¿A dónde esta vez? – preguntó ahora el menor, masticando cada una de las palabras.
- ¡A Australia! – tardó en decir John, pues no encontraba dónde estaba escrito el destino. Pero eso no frenó su entusiasmo, sino que lo aumentó aún más, si podía.
Sherlock se levantó y cogió, con agilidad y cara de en otro momento, gracias, el premio de las manos de John.
- Tengo una idea mejor - dijo dándole un fugaz beso en la comisura de los labios, ante el visible desconcierto de éste.
- ¡Señora Hudson! - gritó a plena voz.
- No hace falta que grites, jovencito, que no estoy sorda – respondió la mujer subiendo por las escaleras, tardando relativamente poco.
- ¡Feliz cumpleaños! - dijo dándole un beso en la mejilla y entregándole el ticket.
- ¡Pero si hoy no es mi cumpleaños! - dijo la mujer sin entender nada.
- Ah… ¿no? - dubitó Sherlock. Bueno, pues tómelo como un adelanto.
- ¡Ah! ¡Australia! ¡Ah! ¡Voy a decírselo a la señora Turner para que me acompañe! - y les dio un sonoro beso en la mejilla a cada uno, tras lo que bajó las escaleras a más velocidad de la recomendada para su edad.
- ¿Te has enfadado? – preguntó Sherlock, volviéndose hacia su compañero con ojos de cordero.
- ¡Claro que no! - respondió John con una tierna sonrisa. ¡Ha sido conmovedor! - dijo envolviendo su cintura y apretándose contra su pecho.
El menor le correspondió con sus largos brazos alrededor de su espalda hasta darle un gran apretón a sus nalgas.
- No seas ansioso, la señora Hudson puede subir en cualquier momento. Tenemos la semana entera para nosotros.
- Todavía tardará una hora... y otra con la otra vecina. Tranquilo... esto es sólo un anticipo…
FIN
* Argos: Cadena de tiendas con venta de productos variados, entre ellos electrodomésticos, por catálogo o en recinto, con sede en Gran Bretaña e Irlanda.

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