Cap. V Pero, ¿qué está pasando?
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- Sherlock, ¿te encuentras
bien?
- Perfectamente. ¿Dónde estamos?
- Sherlock, no te entiendo nada. ¿Quieres
dejar de hablar en español? Sabes de sobra que yo no sé.
- Pero John - dijo totalmente
confundido - no sé hablar de otra forma. Por supuesto, seguía hablando en
español.
John no podía creer lo que sus
oídos estaban escuchando, porque, para empezar, no se estaba enterando.
Mientras su cabeza daba vueltas y
más vueltas para ver qué hacía, Sherlock se dispuso a ducharse de nuevo.
- Madre mía, este hombre vive en
el baño - pensó para sí.- Con suerte, cuando salga, todo volverá a la
normalidad – dijo en un gran suspiro.
Sherlock salió del baño de la
misma forma que lo llevaba haciendo todo el día.
- Esto tiene que ser un déjà vu de
esos o lo que sea.
- Tu turno, John.
- No puede ser, sigue siendo
español… español... me voy a volver loco...
Y se metió en el maldito baño
transformador.
- ¿Qué voy a hacer? ¿qué hago? -
decía una y otra vez.- Vale que la situación anterior era tensa y no sabía cómo
iba a salir de ella, pero esto...
Salió hacia donde se encontraba
su compañero, con la ya mítica toalla a la cintura. Esta situación comenzaba a
resultar un tanto cómica, pero no para John.
Sherlock se encontraba ya abrochándose
el pantalón cuando se volvió para mirarle.
- ¿Vas a quedarte ahí mientras me
visto? – dijo un John un poco descarado.
- No tienes nada que yo no tenga
– dijo el moreno sin quedarse atrás.
John seguía sin entender nada,
pero por su cara se hacía una ligera idea de sus intenciones.
Cuando el mayor se quitó la
toalla, una excitante sensación atravesó sus ojos hasta su corazón.
Cuando éste acabó de vestirse y
levantó la mirada, la de Sherlock se encontraba fija en el suelo, intentando
controlar una situación nueva para él.
- ¿Desayunamos?
- Ehh... sí... claro.
- Supongo que habrás dicho que
no, pero vamos a ir de todas formas.
Sherlock salió de la habitación
justo detrás de él, aún perdido en la conversación.
- No lo entiendo. ¿Qué
te ha pasado? No, da igual, no te esfuerces, no te iba a entender. Pero es que
es tan raro... Y además, estás desayunando... En serio, ¿qué me he perdido?
Sherlock seguía desayunando como
si no fuera con él, pero claro, John sabía que el menor podía hacer
perfectamente varias cosas a la vez, y que se estaba enterando de todo con todo
detalle.
De pronto, Sherlock cogió al
mayor de la mano y casi lo arrastró hasta la habitación, le sentó en la cama
presionando suavemente sus hombros, y corrió al baño, al maldito baño, tenía
que ser una broma, por favooorrr...
- Pero qué...
Sherlock traía un rollo de papel
higiénico y un bolígrafo que le habría cogido a alguien.
La imagen era de lo más surrealista,
y John no pudo evitar escapar una pequeña sonrisa burlona.
El menor le miró con cara de sí tú
ríete que ahora verás.
Desplegó un poco de papel
higiénico en el suelo, se sentó junto a él y empezó a dibujar.
John le miraba desde la cama. Se
inclinó un poco para ver por encima de sus hombros, pero tropezó con sus
propios pies, cayendo sobre la espalda de Sherlock, abrazándole por reflejo. El
moreno cogió sus manos como reacción a algo inesperado, y ahí las mantuvo,
cogiéndolas ahora con una sola mano, e indicando con la otra a un distraído John
lo que había dibujado en tan poco tiempo.
¿Qué has dibujado, Sherlock? No
entiendo qué quieres decirme.
El menor bufo, cansado ya de no
poder comunicarse, y también frustrado ante la falta de entendimiento de John.
Cogió a John como estaba en su espalda y lo levantó del suelo. John no sabía
dónde cogerse para no caerse.
- ¡Sherlock, me vas a tirar!
¡Sherlock...! ¡Sher...!
El moreno los tiró a ambos sobre
la cama.
Sherlock empezó a golpear la
almohada con rabia. John no sabía qué hacer, se sentía tan impotente... Así que
hizo lo primero que le dijo su corazón. Deslizó su brazo por la cintura de
Sherlock y lo dejó ahí. A los pocos segundos, una mano helada cogió la suya,
mucho más cálida. John sonrió ampliamente ante esta reacción, y sabiendo que
Sherlock estaba nervioso, lo notaba, y no sólo por el ritmo de sus latidos,
dijo a fin de tranquilizarlo:
- Encontraremos una solución.
Confía en mí.
Y eso era todo lo que Sherlock
necesitaba escuchar.
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