lunes, 2 de julio de 2012

¡España, allá vamos! Cap. 5

Cap. V Pero, ¿qué está pasando?
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- Sherlock, ¿te encuentras bien?
- Perfectamente. ¿Dónde estamos?
- Sherlock, no te entiendo nada. ¿Quieres dejar de hablar en español? Sabes de sobra que yo no sé.
- Pero John - dijo totalmente confundido - no sé hablar de otra forma. Por supuesto, seguía hablando en español.
John no podía creer lo que sus oídos estaban escuchando, porque, para empezar, no se estaba enterando.
Mientras su cabeza daba vueltas y más vueltas para ver qué hacía, Sherlock se dispuso a ducharse de nuevo.
- Madre mía, este hombre vive en el baño - pensó para sí.- Con suerte, cuando salga, todo volverá a la normalidad – dijo en un gran suspiro.
Sherlock salió del baño de la misma forma que lo llevaba haciendo todo el día.
- Esto tiene que ser un déjà vu de esos o lo que sea.
- Tu turno, John.
- No puede ser, sigue siendo español… español... me voy a volver loco...
Y se metió en el maldito baño transformador.
- ¿Qué voy a hacer? ¿qué hago? - decía una y otra vez.- Vale que la situación anterior era tensa y no sabía cómo iba a salir de ella, pero esto...
Salió hacia donde se encontraba su compañero, con la ya mítica toalla a la cintura. Esta situación comenzaba a resultar un tanto cómica, pero no para John.
Sherlock se encontraba ya abrochándose el pantalón cuando se volvió para mirarle.
- ¿Vas a quedarte ahí mientras me visto? – dijo un John un poco descarado.
- No tienes nada que yo no tenga – dijo el moreno sin quedarse atrás.
John seguía sin entender nada, pero por su cara se hacía una ligera idea de sus intenciones.
Cuando el mayor se quitó la toalla, una excitante sensación atravesó sus ojos hasta su corazón.
Cuando éste acabó de vestirse y levantó la mirada, la de Sherlock se encontraba fija en el suelo, intentando controlar una situación nueva para él.
- ¿Desayunamos?
- Ehh... sí... claro.
- Supongo que habrás dicho que no, pero vamos a ir de todas formas.
Sherlock salió de la habitación justo detrás de él, aún perdido en la conversación.
- No lo entiendo. ¿Qué te ha pasado? No, da igual, no te esfuerces, no te iba a entender. Pero es que es tan raro... Y además, estás desayunando... En serio, ¿qué me he perdido?
Sherlock seguía desayunando como si no fuera con él, pero claro, John sabía que el menor podía hacer perfectamente varias cosas a la vez, y que se estaba enterando de todo con todo detalle.
De pronto, Sherlock cogió al mayor de la mano y casi lo arrastró hasta la habitación, le sentó en la cama presionando suavemente sus hombros, y corrió al baño, al maldito baño, tenía que ser una broma, por favooorrr...
- Pero qué...
Sherlock traía un rollo de papel higiénico y un bolígrafo que le habría cogido a alguien.
La imagen era de lo más surrealista, y John no pudo evitar escapar una pequeña sonrisa burlona.
El menor le miró con cara de sí tú ríete que ahora verás.
Desplegó un poco de papel higiénico en el suelo, se sentó junto a él y empezó a dibujar.
John le miraba desde la cama. Se inclinó un poco para ver por encima de sus hombros, pero tropezó con sus propios pies, cayendo sobre la espalda de Sherlock, abrazándole por reflejo. El moreno cogió sus manos como reacción a algo inesperado, y ahí las mantuvo, cogiéndolas ahora con una sola mano, e indicando con la otra a un distraído John lo que había dibujado en tan poco tiempo.
¿Qué has dibujado, Sherlock? No entiendo qué quieres decirme.
El menor bufo, cansado ya de no poder comunicarse, y también frustrado ante la falta de entendimiento de John. Cogió a John como estaba en su espalda y lo levantó del suelo. John no sabía dónde cogerse para no caerse.
- ¡Sherlock, me vas a tirar! ¡Sherlock...! ¡Sher...!
El moreno los tiró a ambos sobre la cama.
Sherlock empezó a golpear la almohada con rabia. John no sabía qué hacer, se sentía tan impotente... Así que hizo lo primero que le dijo su corazón. Deslizó su brazo por la cintura de Sherlock y lo dejó ahí. A los pocos segundos, una mano helada cogió la suya, mucho más cálida. John sonrió ampliamente ante esta reacción, y sabiendo que Sherlock estaba nervioso, lo notaba, y no sólo por el ritmo de sus latidos, dijo a fin de tranquilizarlo:
- Encontraremos una solución. Confía en mí.
Y eso era todo lo que Sherlock necesitaba escuchar.

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