miércoles, 25 de julio de 2012

¡España, allá vamos! Cap. 6

Cap. VI Un playero día
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- ¡Despierta John, despierta, despierta...! – dijo Sherlock cerca de su oído.
Y al ver que esto no funcionaba, le vació una jarra de agua fría sobre su cara.
- ¡Aghaphag! ¿Qué pasa, qué pasa? ¿Pero a ti qué te pasa? ¿Quieres ahogarme? – dijo John sobresaltado.
- ¡Hoy es San Juan! ¡Vamos! – insistió el moreno zarandeándole, aunque éste seguía medio dormido.
- ¡Au! ¡Estate quieto ya! ¡Estabas más guapo durmiendo! - dijo ruborizándose al escucharse.
Sherlock le dedicó una pequeña sonrisa orgulloso mientras se giraba.
- ¿Qué es esto? – John miró extrañado el libro que se encontrada encima de la almohada. ¡Español para dummies! ¿Para dummies? ¿Sher...? - pero Sherlock ya se había esfumado.
- Uhm… Bueno, ya que está aquí... ¿Cómo se dirá cabezota?, ¿y orgulloso?, y...
Un par de horas después...
- ¿Dónde te has metido? ¡No puedes desa...desaparecer así! – John era bueno con los idiomas, pero necesitaba un mínimo de tiempo para salir del paso.
- ¡Vamos! ¡Hay una fiesta en la playa! – dijo Sherlock casi eufórico, obviando la pregunta.
- ¡Tú odias las fiestas! – respondió John secamente.
- ¡Pero en ésta hay fuego! – dijo el moreno con los ojos chispeantes.
A John le dio un ataque de risa.
- ¿Ocurre algo? - dijo Sherlock algo escéptico.
- ¡Vámonos antes de qué se apague! - dijo aún entre risas cogiendo al menor de la manga de la camisa.
Ya en la playa...
- ¡Mira John! ¡Mira! ¡John, no me estás mirando!
- ¡Qué sí te estoy mirando! ¡No seas crío! ¡Ten cuidado! ¡Te vas a quemar! - decía elevando la voz hacia un Sherlock despreocupado saltando la hoguera.
Y la noche llegó entre fuego y agua...
- ¡Al final te has quemado! – dijo John con tono paternal.
- ¡Au! ¡Pero no con el fuego! ¡Auu! ¡Con cuidado! – se quejaba Sherlock al contacto de su piel quemada con las manos de John, embadurnadas en after-sun.
- No seas tan quejica. Esto te pasa por no hacerme caso y no echarte crema... ¡Eh! ¿Dónde vas ahora?
- ¿Al agua? ¿Te vienes? – dijo Sherlock como si tal cosa.
- No... Yo... – a John le asaltó la duda.
Sherlock se acercó, se arrodilló a su lado, se mojó los labios con agua y le dio un húmedo beso en el puente de la nariz. John cerró los ojos instintivamente. Cuando los abrió, Sherlock se encontraba ya muy lejos de él, nadando en un mar de gente.
- ¡Au! - en ese momento el mayor se dio cuenta de que él también se había quemado... y de algo más.
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- ¡Me muero de hambre! - dijo Sherlock nada más volver, sacudiéndose como un perro. 
- ¿Qué es todo esto? - señaló extrañado.
- Son cosas que he comprado en una tienda aquí al lado mientras tú te creías una sirena. Mira: esto es una sombrilla, esto dos esterillas, esto una tienda de campaña...
- Ya, ya. ¿Y la comida? - dijo rebuscando por todos lados.
- Aquí, está aquí, deja de revolverlo todo – dijo John volviendo a poner las cosas en su sitio.
- No me gusta – no tardó en decir Sherlock.
- Pruébalo primero – contestó John pacientemente.
- No – volvió a decir el moreno.
- Sí – insistió John.
- Nogoht...
John le había metido el tenedor con comida en la boca, aprovechando que estaba abierta.
- ¡Trágatelo! ¡Venga! – insistió John una vez más.
Sherlock tragó finalmente la comida, no sin cara de niño enfadado.
- Así me gusta - dijo John satisfecho y con una sonrisa vacilante.
- Aaah - Sherlock abrió la boca en forma de a.
Ante la cara de escepticismo de John siguió con la intentona.
- Aaah.
John por fin comprendió la situación, y tras algunas dudas, accedió a la graciosa petición.
- ¿No piensas comer solo nunca más? – dijo el mayor con tono burlón.
- No finjas que no te gusta – respondió el moreno levantando una ceja en gesto de yo sé que te gusta y dando otro bocado a la tortilla.
John carraspeó un poco y volvió a su compostura, no sin un fugaz cruce de pupilas y rubores.
Cuando ya hubieron terminado de comer, una para John, una para Sherlock, sonó no muy lejos una canción de guitarra.
- Ya recojo yo... tranquilo... no te preocupes...- dijo John con tono irónico.
- ¡Gracias! - respondió Sherlock, dándole un pequeño beso en el labio inferior, y echando a correr hacia la música.
John se quedó con una tonta sonrisa en los labios mirando cómo su compañero se alejaba radiante como cuando estaban en mitad de un gran caso.
Tan ensimismado que no se dio ni cuenta cuando esos ojos grisáceos se encontraron de nuevo junto a él.
- ¡Ven, vamos, date prisa, qué empieza!
Sherlock le cogió de la mano y le llevó hasta la hoguera.
- ¡Va a empezar el ritual! dijo el menor entusiasmado.
- ¿El qué? - preguntó John sin comprender.
- Shuu. Qué empieza. Y todos se dieron la mano, ante la incomprensión de John.
Una joven que se encontraba a la izquierda del mayor empezó a recitar algo, ante lo que éste dio un repullo y su compañero tuvo que morderse un poco la lengua para intentar amortiguar la risa.

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