viernes, 29 de junio de 2012

¡España, allá vamos! Cap. 1

Cap. I ¡Nos ha tocado!
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- ¡Sherlock, nos ha tocado! – gritó John entrando en la sala con la respiración acelerada.
- ¿El qué? – lo miró extrañado.
- ¡El viaje a España!
- ¿El q… qué? – ahora lo miraba con cara de qué me estás contando.
- La semana pasada me dieron un cupón en el súper para un sorteo. No creí que nos tocara, pero lo rellené. ¡Y el premio era un viaje a España! ¡Qué ilusión!
- Uhm… un país interesante. Tiene una fiesta en verano que llama especialmente mi atención. Creo que se llama Saint George, Sant John… San Juan, eso es. ¿Podemos ir a verla, podemos? – cambió radicalmente su tono de profesor a niño de guardería.
-Claro – dijo con una dulce sonrisa. Disfrutaba con esa faceta de Sherlock. Ésa que sólo él conocía.
De repente, Sherlock desapareció, y se oyó la puerta de su habitación cerrarse tras él. John se quedó pensando si se habría enfadado por algo, pero pronto descartó esa idea. Si hubiese sido así, se lo habría dicho a la cara, es una de las cosas que le gustan de Sherlock, es fácil saber cuando está enfadado. Así que se fue a hacer ganchillo, una nueva afición que le daba algo de paz, que falta le hacía de vez en cuando.
Clic, clac, pum… - Sherlock, ¿qué estás haciendo?
Nadie contestó.
El ruido procedía de la habitación de Sherlock. John golpeó la puerta preocupado.
- ¿Estás bien?
Nadie contestó.
Entonces se le ocurrió una idea.

- ¿Estás bien? Se escuchan ruidos desde tu habitación, ¿qué estás haciendo? – JW

- He descubierto que tenemos que irnos la semana que viene. Tengo asuntos que resolver. - SH

- Saldré para la cena. Prepárame algo rico. – SH

Prefirió no seguir preguntando, no sacaría nada. - Es tan reservado a veces – pensó un poco triste. Pero pronto se animó. Sherlock iba a cenar, tenía hambre. ¡Lo había conseguido!
- Estas oportunidades en la vida no se desaprovechan – exclamó para sí satisfecho.
Pasaron dos horas, tres, cuatro… John se quedó dormido en el sillón. Pero despertó en el sofá tapado con una manta.
Se sentó extrañado y miró a su alrededor. Todavía era de noche. Y lo vio. Tumbado a lo largo del sillón, con la cabeza en el reposabrazos y su mano izquierda colgando hacia el suelo.
Esa imagen del detective despertó en John una ternura desmesurada.
Por un instante, la luz de la luna dejó ver una nota sobre la mesa.

Como no despertabas me he comido también la tuya.
Te he comprado comida china. ¿Me perdonas? – SH

- Cómo no hacerlo – pensó John mientras miraba a su compañero entre sombras.
Su sueño se acababa de esfumar, así que decidió velar al protagonista del mismo.
Lo tapó con la misma manta que antes lo cubría a él y se dejó caer en el suelo, cogiendo suavemente la mano de su compañero, depositándola en su hombro, y acabando acunado sobre el hombre al que adoraba.
- Me despertaré antes que él para… - y el sueño lo abatió de nuevo.

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